20 de octubre de 2016

Dímelo...

¿Quiénes somos en realidad? ¿Lo que fuimos y lo que nos hubiera gustado ser? ¿El daño que causamos o el que padecimos? ¿Las citas a las que no acudimos o los encuentros fortuitos que desviaron el curso de nuestro destino? ¿Los bastidores que nos preservaron de la vanidad o las candilejas que usamos como hogueras? Somos todo eso a la vez, todo lo que ha sido nuestra vida, con sus altibajos, sus proezas y sus vicisitudes; también somos el conjunto de los fantasmas que nos habitan... Somos varios personajes en uno, tan convincentes en los distintos papeles que hemos asumido que nos resulta imposible saber cuál hemos sido de verdad, en cuál nos hemos convertido, cuál nos sobrevivirá.


18 de octubre de 2016

Vivir...

Vivir como queramos no es egoísmo.
Pretender que los demás vivan como nosotros queremos si lo es.


17 de octubre de 2016

LOS PORTADORES DE SUEÑOS

"El que no tiene ojos para soñar, no ve los sueños ni de día ni de noche". _Los Portadores de sueños_. Gioconda Belli.
En todas las profecías está escrita la destrucción del mundo.Todas las profecías cuentan que el hombre creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida que siempre se renueva engendraron también una generación de amadores y soñadores; hombres y mujeres que no soñaron con la destrucción del mundo, sino con la construcción del mundo de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor, detrás de su apariencia cotidiana guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando por un pájaro muerto y más tarde también los encontraron a muchos muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños, atacados ferozmente por los portadores de profecías habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías dijeron que sus palabras eran viejas, y en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso es antigua al corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían, lanzaban sus ejércitos contra ellos, pero los portadores de sueños todas las noches hacían el amor y seguía brotando su semilla del vientre de ellas que no sólo portaban sueños sino que los multiplicaban y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida; como también había engendrado a los que inventaron la manera de apagar el sol.
Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales tuvieron algo que ver con esto. La verdad es que como laboriosas hormiguitas estos espécimenes no dejaban de soñar y de construir hermosos mundos.
Mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban compañeros; que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban en las muertes, se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se ayudaban en el arte de querer y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento, de todas partes venían a impregnarse de su aliento, de sus claras miradas. Hacia todas partes salían los que habían portando sueños, soñando con profecías nuevas que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores y de que el mundo no tendría que terminar en la hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían puentes, jardines, juguetes sorprendentes para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos _imprimían las grandes rotativa.
Son peligrosos _decían los presidentes en sus discursos.
Son peligrosos _murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos _imprimían las grandes rotativas.
Hay que destruirlos _decían los presidentes en sus discursos.
Hay que destruirlos _murmuraban los artífices de la guerra.
Los portadores de sueños conocían su poder; por eso no se extrañaban. También sabían que la vida los había engendrado para protegerse de la muerte que anuncian las profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte. Por eso cultivaban jardines de sueños y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros vigilando los pasajes y los caminos buscando estos peligrosos cargamentos que nunca lograban atrapar; porque el que no tiene ojos para soñar, no ve los sueños ni de día, ni de noche.
Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte.
Por doquier hay paquetes con grandes lazos que sólo esta nueva raza de hombres puede ver.
La semilla de estos sueños no se puede detectar porque va envuelta en rojos corazones en amplios vestidos de maternidad donde piesecitos soñadores alborotan los vientres que los albergan.
Dicen que la tierra después de parirlos desencadenó un cielo de arco iris y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto, sabemos que la vida los engendró para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.

7 de octubre de 2016

Dar vida a la vida



En un lejano paraje de sol y de paz, se hallaba un escritor de nombre Cronom que vivía junto a un pequeño poblado de pescadores. Su vida era tranquila y de todos era conocido que gozaba del respeto y la estima de las personas que lo conocían.
Cronom, amante de los silencios y de la contemplación de la naturaleza, todas las mañanas solía caminar al alba por la orilla del mar, observando el disco solar que pleno de vida y fuerza le enviaba las más bellas inspiraciones.
Sucedió que un día, aparentemente como todos, encontrándose paseando por aquella desierta playa, de pronto, divisó a una joven que, por sus movimientos, parecía estar bailando sobre la orilla. Poco a poco, conforme se fue acercando, comprobó que se trataba de una hermosa muchacha que recogía las estrellas de mar que hallaba en la arena y, las devolvía al Océano con gracia y ligereza.
"¿Por qué hace eso?" Preguntó el escritor un tanto intrigado.
"¿No se da usted cuenta?" Replicó la joven. "Con este sol de verano, si las estrellas se quedan aquí en la playa, se secarán y morirán."
El escritor no pudiendo reprimir una sonrisa, contestó: "Joven, existen miles de kilómetros de costa y centenares de miles de estrellas de mar... ¿Qué consigue con eso? Usted sólo devuelve unas pocas al océano"
La joven tomando otra estrella en su mano y mirándola fijamente, dijo:
"Tal vez, pero para ésta ya he conseguido algo..." y la lanzó al mar. Al instante le dedicó una amplia sonrisa y siguió su camino.
Aquella noche, el escritor no pudo dormir... Finalmente cuando llegó el alba, salió de su casa, buscó a la joven a lo largo de aquella playa dorada, se reunió con ella y, sin decir palabra,
Comenzó a recoger estrellas y devolverlas al mar.