21 de diciembre de 2011

Atrevernos...

Deseamos enamorarnos. Volver a emocionarnos, a comprometernos con
otra persona. Pero por más que lo busquemos, lo queramos o vayamos
tras ello, no hallamos a ese otro que se decida a entrar en nuestra vida.
¿Por qué? ¿Somos acaso nosotros los que le cerramos la puerta?
Todo encuentro amoroso es un sobresalto. Para los sentidos,
las emociones, los hábitos. Un seísmo que nuestra cultura del control,
no nos prepara siempre para saber encajarlo.
Para construir una relación hay que estar dispuesto a cuestionar nuestras
certezas, a abrir nuestra intimidad y dejarnos conocer.
"El deseo de la intimidad con el otro y permitirnos abrir las puertas en ese
sentido nos ayuda a sentirnos más cerca emocionalmente de la otra persona,
al mismo tiempo que facilita que el otro también se acerque a nosotros"
explica la psicoterapeuta  Virgina Silván (www.familepsicoterapia.es.tl)
Y es que la intimidad, no sólo física, sino sobre todo la emocional,
ese terreno de confidencias y comprensión en el que la pareja es también
amistad, es parte fundamental de una relación plena.
"Para algunas personas puede ser aterrador debido, `por ejemplo,
a malas experiencias anteriores. Para plantarle cara a ese miedo merece
la pena, pues el resultado es tener una relación  de pareja muy satisfactoria
y plena". Y es que nos recuerda la psicóloga "en el amor, quien no arriesga no gana"
Pero, por supuesto, antes de estar dispuesto a dar ese gran o pequeño salto
hemos tenido que haber cerrado las heridas del pasado y estar seguros de que merece
la pena la persona que estamos apostando..
"EL AMOR TAMBIÉN TIENE SU PROCESO, Y
LLEGARÁ CUANDO ESTEMOS LISTOS.
ES DECIR, CUANDO YA PODAMOS, CAMINAR SOLOS PERFECTAMENTE"

Libro para leer:
Merece la pena
       de
Joaquín Quintino

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