13 de julio de 2016

PRINCIPIOS Y FINALES

En realidad reconozco que me encantan los finales porque estoy convencida que cada final está continuado por cada principio. Todos los cambios son favorables. Todos.
El miedo que trae un final, se mantiene porque especulamos que nada lo que sigue será mejor. Quizás nublados por la culpa de lo no hecho, la frustración de lo que no fue, o simplemente como nos sentimos cómodos con lo que nos está sucediendo, nos negamos a ver más allá para descubrir que lo que sigue está repleto de oportunidades, la famosa zona de confort.
En mi vida he conocido todo tipo de finales. Los geográficos con sus mudanzas, los generacionales con las edades, los financieros, los sentimentales, relaciones laborales, los internos y hasta de creencias. Todo final amenazó con ser negativo. Aunque con cada amenaza, me detuve. En esa quietud, supe reconocer cómo detrás de cada parte vieja caía, algo nuevo aparecía.
Nuevo y mejor.
De lo que se va, nos queda la experiencia. Nada ocurre sin un propósito, cuando ya tenemos la experiencia en las manos, la vida se lleva el resto. Quizás a veces repetimos secuencias parecidas y las repetimos hasta lograr ver, asimilar y soltar. A veces con otras caras, en otros lugares, aunque repetimos.
Cuando el próximo final se acerque, estemos atentos a lo que sucede con nosotros. Observémonos. Pongamos atención en apoyar ese final aceptando lo que ya no es, lo que se va. No demoremos en abrir la mirada amplia hacia adelante.
Porque siempre, siempre hay más.




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