Es la confesión, no el cura,
lo que nos da la absolución. Oscar Wilde
Oscar Wilde, que al final de su vida vivió un linchamiento público y legal, acusado de mantener relaciones homosexuales con un joven.
Traicionado por este, el dandi encarcelado le escribió, en 1.897, una de las cartas considerada más bellas de la historia moderna.
Publicada como De profundis, se dirige así al joven amante:
"Estoy muy lejos del temple verdadero del alma, como demuestra claramente esta carta con sus ánimos cambiantes e inciertos, sus sarcasmos y su amargura, sus propósitos y las incapacidad de cumplir estos propósitos, pero no olvides en que terrible escuela hago mi aprendizaje. Incompleto e imperfecto como soy, de mí tienes mucho que ganar. Viniste a mí para aprender los placeres de la vida y los placeres del arte. Quizás me fue dado enseñarte algo más maravilloso: el sentido del dolor y su belleza".
Encontrar un sentido al dolor es, según la logoterapia de Victor Frankl, un bálsamo para el propio dolor. Si además sabemos revestirlo de belleza, entonces convertiremos cada momento difícil en una experiencia sensible y enriquecedora.
Foto de la tumba de Oscar Wilde.
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