16 de marzo de 2016

AMY

Acabo de terminar de ver Amy (la chica detrás del nombre).
Tengo que reconocer que desde que oí por primera vez a Amy Winehouse, como amante del jazz esa voz llegaba a donde quisiera, también que me hartó un poco oir el tema que la impulsó al estrellato.
Sería muy fácil describirla como un serio desastre desde muy joven, pero que también fue de las pocas personas que descubrió su Don y que no quiso soltarlo, porque le ayudaba a liberar sus demonios.
Era una total fragilidad, creo que nadie supo darse cuenta de que era de ese cristal caro, que no puede ni astillarse, porque enseguida esa marca le haría ir perdiendo valores.
Era desmedida en todo, amaba desmedidamente, entregaba su ser a otra persona rápidamente como si esperara que alguien la salvara.
La bulimia que supo su madre y no supo hacer nada,  el alcohol  que en una primera alarma, su padre negó que fuera necesario llevarla a un centro de desintoxicación.
Ese gran amor  dependiente llamado Blake que le presentó el crack, la heroína y la cocaína.
Se convirtió en una chica en un campo de minas, sus amigas de la infancia como en estos casos, le dijeron que no volverían a estar con ella hasta que volviera a ser ella.
Qué estupidez,  pensar que esa chica en cuanto la descubrieran, iba a ser la misma.
Sólo observaba no a Amy sino al ser humano en las secuencias y oportunidades que se le van brindando cuando te van dando cartas y no sabes ni siquiera a que rayos estás jugando.
El bucle tan nefasto de consecuencias que se presentan y que cuando dices ¡ya! es tarde, el tiempo y la muerte te han dado todo tipo de oportunidades pero, ellos deciden parar tu corazón.
Consiguió muchas cosas en su trayectoria, podía haber conseguido otras muchas pero jugó como supo y como le dió la gana. A lo mejor es eso lo que queremos todos, que nadie nos mande o nos diga como debemos vivir nuestra vida.
En fin todos tenemos nuestros demonios, esperemos que podamos hacerlo lo mejor que sepamos, porque como mencioné antes el tiempo y la dama muerte nos observan.
Finalizo con el vídeo del momento en que fue la persona más feliz del mundo estar con quién más idolatraba. Un placer seguir oyéndote.



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