30 de marzo de 2012

El crecimiento de la pareja no se basa en dos medias naranjas que se 
"necesitan", sino en dos naranjas enteras que se relacionan, desde
su plena singularidad. Ramayat.


Existen personas que, en nombre del amor, viven bajo la dependencia
de otras sintiendo que porque las aman, las "necesitan".
Por ejemplo, una madre que "no puede dormir" mientras no hable
cada noche por teléfono con su hija, un cónyuge que parece "no
poder vivir" sintiéndose inútil cuando su pareja no se halla en casa o
un amigo que necesita hablar a todas horas con otro sin poder abrirse
a otras amistades diversas. Una cosa es sentir complicidad y pertenencia
y otra muy distinta es la que protagonizan personas que, lejos de 
"quererse mucho" como aparentemente parece, discurren entre apegos
de amor y odio con rasgos de inmadurez y patrones de dependencia.
El paradigma de la media naranja por el que uno se autoproclama como
"mitad del otro" al que necesita ser feliz, no deja de ser un fleco de 
cuento de hadas que refleja incompletitud y necesidad de que alguien
nos "complemente" para desarrollar la vida con ánimo y fuerza.
"Lo que no tengo yo, lo tiene ella, y lo que no tiene ella lo tengo yo"
¿Acaso no es mejor desarrollar aquellas partes de la personalidad que
parecen faltar en el reparto?. Por ejemplo, si un hermano  no se muestra
ordenado, estudioso, racional, disciplinado y "casualmente" el otro es 
imaginativo, creativo, sentimental, afectivo, es decir con roles de personalidad
opuestos, no significa que cada cual no posea cualidades "del otro lado"
sino que no han tenido ocasión de ser desarrolladas. Sin duda, cuando 
alcanzamos la independencia vivimos la pareja desde las dos naranjas enteras,
Un modelo de relación que expresa libertad y respeto, y que transciende
la manipulación que suele derivarse del patrón de dependencia.
Las parejas creadas desde el viejo modelo de mitades, ya sea de socios
amigos, o cónyuges, se unen desde el rol diferenciador y complementario.
En general, la parte masculina se ocupaba del mundo exterior y la femenina
del interior de la casa. El uno se encargaba de la parte técnica  y la otra de
la parte afectiva, con la consiguiente lista de opocisiones atribuidas a cada 
hemisferio cerebral.
Sin embargo, en la actualidad, el nuevo modelo mental tiende al androginato
psíquico por el que ambos roles son ejercicios por los dos miembros del equipo
en una danza de alternancias y afinidades.
El androginato psíquico es una capacidad y un desarrollo que no niega la polaridad
masculina y femenina con la que interactúa una pareja. Es un estado mental 
que integra tanto la razón y el afecto como la lógica y la intuición. En definitiva,
se trata de un modelo en el que cada cual reconoce y ejerce la parte masculina
y la femenina en una interacción integrada.
La independencia es más que una característica psicólogica, se trata de un nivel 
de conciencia desde el que amar y expresar la amplia gama de potencialidades
humanas. El nuevo modelo mental de hombre y mujeres no sólo es capaz
de relacionarse y empatizar desde la polaridades tales como firmeza-flexibilidad,
masculino-femenino,etc...sino que, además, sustituye el factor necesidad del 
otro por la elección sostenida y voluntaria de compartir el amor que se siente
y el crecimiento integral que de éste se deriva.
Los nuevos habitantes de este planeta no sólo eligen la persona con la que 
quieren relacionarse, sino también el patrón de relación desde el que desean
vivir.
Una opción de mayor rango evolutivo, que abre posibilidades de respeto e
individualidad para cada miembro de la pareja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario